Hay personas y organizaciones que están cambiando la realidad* *seguí cerca de la reevolución

sábado, 10 de noviembre de 2007

Papeleras, protesta social y agenda pública

Con el aumento en la tensión por la instalación de las papeleras, se me dispararon algunas reflexiones.

En principio estoy de acuerdo con la resistencia del pueblo de Gualeguaychú a la instalación de pasteras en el margen opuesto de un río que es el eje de su ciudad. En el año 2005, viajé a Gualeguaychú para ver de qué se trataba este movimiento que estaba surgiendo desde la sociedad civil. Me encontré con un grupo de ciudadanos que no querían que su río se arruinara por el desagüe de una fábrica de papel ni que la vista que tenían se viera contaminada por una enorme chimenea que larga humo negro.
Después de haber conversado con referentes de la asamblea ambiental y haber participado en esa manifestación pude darme cuenta de que es el realmente una movilización popular que busca defender su calidad de vida.
En esa oportunidad, filmamos con Denny Sheehan lo que iba a ser un documental. Acá les acerco un spot que muestra parte de lo que vivimos en Septiembre de 2005.

Lo legítimo de un reclamo de Gualeguaychú nada tiene que ver con el lugar al que llegó esta situación. El manejo político que hicieron tanto Kirchner como Tabaré es muy perjudicial para la relación bilateral. El oportunismo político con el que se manejó el presidente argentino escuchando el reclamo del pueblo de Gualeguaychú cuando el asunto tomó mayor visibilidad en la agenda pública invalida cualquier declamación ambientalista por parte de él.

Maristella Svampa, una socióloga argentina que estudió exahustivamente los movimientos sociales post crisis, sostiene que los colectivos sociales recurren a cortes de ruta cuando no tienen otra herramienta de negociación. Por ejemplo, un trabajador para negociar un aumento de salario tiene una forma de llamar la atención de su jefe: no trabajar y así incidir sobre el resultado del negocio de la empresa. Un asambleísta de Gualeguaychú no tiene ninguna herramienta de presión más que la de afectar un bien público para instalar el tema en la agenda. Si los asambleístas no hubieran cortado el puente nunca hubiéramos escuchado sus demandas.

Cómo siempre, y esto suena un lugar común, las organizaciones intermedias y el estado no encuentran un lugar de comunicación para procesar las demandas de la sociedad civil. La ley de la selva se impone: quien haga más ruido, es quien será escuchado. Este no puede ser el mecanismo para que los ciudadanos hagamos oír problemas que nos afectan. Es hora de repensar el sistema de procesamiento y solución de demandas sociales.

Seguí cerca de la reevolucion*

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